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Proteína C reactiva

Proteína C reactiva (PCR) como marcador de riesgo cardiovascular

La PCR es producida por el hígado y por las células grasas (adipocitos). Se trata de un miembro de la clase de reactantes de fase aguda que aumentan los niveles de manera espectacular durante los procesos inflamatorios que ocurren en el cuerpo. La PCR se eleva hasta 50.000 veces en la inflamación aguda (como la infección), por encima de los límites de la normalidad dentro de las 6 horas, y con picos a las 48 horas. Su vida media es constante, y por lo tanto, su nivel está determinado principalmente por la tasa de producción.

La rotura de las placas de ateroma en el infarto de miocardio y en el ictus está relacionada con la presencia de fenómenos inflamatorios en las placas de ateroma. Por lo tanto, su elevación puede predecir enfermos de mayor riesgo de un cuadro cardiovascular agudo.

Prevenir su incidencia

La medida de la concentración plasmática de la PCR puede proporcionar un método para la detección de personas con alto riesgo de ruptura de placa y de ataques agudos cardiovasculares.

En la actualidad existen sistemas de ensayo altamente sensibles que nos permiten evaluar los niveles de PCR, lo que unido a la detección de otros factores de riesgo mejora considerablemente la predicción de futuras enfermedades cardiovasculares. Actualmente, existen medidas que han demostrado una reducción de los niveles de proteína C reactiva, como son la higiene bucodental y el tratamiento de los procesos infecciosos.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Drogas

Drogas

El uso de drogas no es un fenómeno nuevo, ya que su conocimiento y consumo es probablemente tan antiguo como el hombre. A pesar de su larga historia, el consumo de drogas es en la actualidad en un problema de nuevas dimensiones.

En nuestro país, en el año 2001, se notificaron 49.376 ingresos hospitalarios para tratamientos por abuso o dependencia de sustancias psicoactivas (excluidos el alcohol y tabaco), con una tasa global de ingresos de 123,9 casos por 100.000 habitantes. En el segmento de edad comprendido entre los 15 y 39 años, la tasa de ingresos subió hasta 271,3 por 100.000 habitantes.

En general, se entiende por drogas aquellas sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, que son empleadas para la estimulación o depresión del sistema nervioso central y que dan como resultado un trastorno en la función del juicio, del comportamiento o del ánimo de la persona. El consumo de drogas ilícitas, hace referencia a una concepción de carácter social de la drogadicción, según la cual se considera a éstas como sustancias prohibidas, nocivas para la salud, de las cuales se abusa y que de alguna forma generan un perjuicio individual y social.

Datos de consumo de drogas en Europa durante 2007:

  • Cannabis. 23 millones, entre el 1 y el 11% de la población, según los países.
  • Cocaína. 4,5 millones, entre el 0,1 y el 3% de la población, según los países.
  • Éxtasis. 3 millones, entre el 0,2 y el 3,5% de la población, según los países.
  • Anfetaminas. 2 millones, entre el 0,0 y el 1,3% de la población, según los países.
  • Opiáceos. Más de 7.500 muertes por intoxicación aguda.

Cocaína o derivados

La cocaína y sus derivados como el crack, producen sobre el sistema cardiovascular un efecto derivado de la activación del sistema nervioso simpático. Las concentraciones de catecolaminas circulantes (adrenalina) pueden incrementarse enormemente, tanto como cinco veces sobre los niveles normales.

La cocaína es responsable de los diferentes grados de taquicardia, vasoconstricción y elevación de la presión arterial. Las diferentes alteraciones dependen de la dosis tomada, así como de los factores de riesgo y cardiopatías preexistentes. El mecanismo por el que se produce isquemia miocárdica o infarto de miocardio en relación con la elevación de la concentración de catecolaminas puede deberse a un incremento de la demanda de oxígeno, bien por espasmo coronario, agregación plaquetaria y formación de trombos, o a la combinación en mayor o menor grados de cada uno de ellos.

Se ha calculado que el peligro de sufrir un infarto agudo de miocardio en personas de bajo riesgo es 24 veces superior durante los 60 minutos siguientes al consumo de cocaína, con independencia de la dosis, la vía o si se trata de un consumidor crónico, esporádico o de primera dosis.

España es el país de la Unión Europea  con más alto consumo de cocaína, y lo que es más preocupante, de mayor aumento entre el la población joven. Se calcula que 4-6% de los adolescentes españoles de entre 15 y 16 años consume cocaína.

Éxtasis

Los efectos del éxtasis sobre el sistema cardiovascular son similares a los de la cocaína. Tanto el éxtasis como sus derivados anfetamínicos estimulan la liberación de noradrenalina, dopamina y serotonina del sistema nervioso central y terminales nerviosas periféricas autonómicas. Esta estimulación simpática es responsable de la taquicardia, vasoconstricción y elevación de la presión arterial.

Cannabis

El cannabis es la droga ilegal más utilizada en España. Sus efectos cardiovasculares dependen en gran medida de la dosis.

  • Dosis bajas o moderadas incrementan la actividad simpática y reducen la actividad parasimpática, generando taquicardia y aumento del gasto cardíaco.
  • Dosis elevadas producen una inhibición simpática y activación parasimpática que ocasiona bradicardia e hipotensión.

Según esto, el consumo de dosis bajas o moderadas produce un aumento del consumo de oxígeno que puede ocasionar una disminución del umbral de angina en pacientes con cardiopatía isquémica subyacente. También se ha descrito activación en la ruptura de placa, y en raras ocasiones, desencadenamiento de un infarto de miocardio. Se calcula que el riesgo de infarto es 4,8 veces superior en los 60 minutos siguientes al consumo.

Opiáceos – Heroína

El representante de los opiáceos más utilizado es la heroína. Aunque también se consume por vía subcutánea o inhalada, las mayores complicaciones cardiovasculares son consecuencia de las infecciones asociadas a su administración por vía intravenosa.

Se ha considerado que los efectos cardiovasculares derivados de la acción farmacológica de la heroína son escasos. Diversos estudios han demostrado que el empleo de metadona puede producir prolongación del intervalo QTc, ondas U prominentes y bradiarritmias, y que altas dosis se han asociado a la aparición de torsades de pointes y muerte súbita

Otras drogas

  • Éxtasis líquido. El ácido gamma-hidroxibutírico (GHB), sintetizado en 1960 y utilizado inicialmente como anestésico, fue retirado del mercado farmacéutico debido a su escaso poder analgésico y a su elevada capacidad epileptógena. En la actualidad, su uso está prohibido. Como droga de abuso se consume por vía oral y se presenta en estado líquido en ampollas de unos 10 ml. Se consume directamente o mezclado con zumos y refrescos, aunque también es frecuente su combinación con alcohol.  La manifestación clínica más frecuente en caso de intoxicación ha sido el coma de corta duración, e incluso la muerte. Las urgencias y muertes debidas al abuso de esta droga no se deben generalmente a complicaciones cardiovasculares, sino a la depresión del sistema nervioso central.
  • LSD y psilocibina. Tanto el ácido lisérgico (LSD) como la psilocibina (hongos alucinógenos) y la psilocina producen efectos similares al neurotrasmisor serotonina: diferentes grados de estimulación, agonismo parcial o inhibición de receptores de serotonina, dopamina y sistema adrenérgico.
  • Peyote. La mescalina es un alcaloide, principal componente alucinógeno del cactus denominado peyote. Tiene efectos sobre el sistema cardiovascular consistentes en elevación de la presión arterial y taquicardia, describiéndose arritmias en algún caso de sobredosificación. En nuestro país, no constituye una droga de relevancia en las urgencias cardiovasculares.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Raza, etnia o linaje

Raza, etnia o linaje

La principal diferencia entre razas reside en su distinta prevalencia de los factores de riesgo.

La raza como factor de riesgo cardiovascular

Por ejemplo, numerosos estudios apuntan una mayor disposición de las personas de raza negra a padecer hipertensión arterial. Además, parece demostrado que su incidencia tiene peor pronóstico en este grupo de población. Otras investigaciones han descubierto que en los países asiáticos se da un mayor riesgo de ictus y uno más bajo de infarto de miocardio.

La mayor o menor presencia de enfermedades cardiovasculares en diferentes etnias se debe en gran medida a la diferente prevalencia genética de enfermedad. Asimismo, el distinto impacto de estas patologías entre las razas también es consecuencia de las costumbres alimentarias y la actuación de otros factores de riesgo.

Prevenir su incidencia

La raza no es un factor modificable, pero siempre podemos actuar sobre otros elementos que nos ayudarán a reducir la probabilidad de padecer una dolencia cardiovascular.

En algunos casos es difícil distinguir si el mayor impacto de las enfermedades del corazón en determinada raza se debe a aspectos genéticos o a factores socioculturales o ambientales.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Sexo como factor de riesgo cardiovascular

Sexo como factor de riesgo cardiovascular

Este dato se ha atribuido al hecho de que las hormonas femeninas ejercen un efecto protector, como queda demostrado por el incremento del índice de enfermedades de corazón en la mujer a partir de la menopausia, cuando desaparece la defensa que le proporcionaban los estrógenos.

Sin embargo, tres de cada diez fallecimientos que se producen en la población femenina de nuestro país están directamente relacionados con la salud del corazón. Esta realidad es desconocida por la mayoría de las mujeres, más preocupadas normalmente por patologías como el cáncer de mama o la osteoporosis. Las mujeres por tanto deben de seguir las mismas pautas de prevención que los hombres.

Hoy en día parece que las diferencias en la incidencia de enfermedades cardiovasculares entre hombres y mujeres tienen que ampliarse también al importante papel que juegan los factores de riesgo y los hábitos de vida. Antiguamente, el tabaco era consumido sobre todo por los hombres, pero esta tendencia se está invirtiendo sobre todo entre la población joven. Además, las mujeres presentan mayor incidencia de obesidad y diabetes después de la menopausia.

Prevenir su incidencia

Aunque nuestro sexo no es un factor modificable, siempre podemos actuar sobre otros elementos que nos ayudarán a reducir la probabilidad de padecer una dolencia cardiovascular: dieta equilibrada, ejercicio físico regular y abstinencia del consumo de tabaco.

Por otra parte, se ha demostrado recientemente que el tratamiento con estrógenos después de la menopausia no protege a la mujer de la aparición de enfermedades cardiovasculares. Más bien al contrario, se ha comprobado que el consumo de estrógenos incrementa el riesgo de enfermedades tromboembólicas.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Herencia genética

Herencia genética

Recientes investigaciones sugieren que algunos genes podrían estar involucrados en el desarrollo de la enfermedad arterial coronaria y del infarto de miocardio. Conoce cuáles son estos genes y la herencia genética.

¿Qué es la herencia genética?

También se ha observado últimamente cierta concentración de patologías cardiovasculares en algunas familias, lo que puede ser un indicio de la existencia de una causa genética que se debe considerar.

Recientes investigaciones sugieren que algunos genes podrían estar involucrados en el desarrollo de la enfermedad arterial coronaria y del infarto de miocardio, en concreto en el cromosoma 9. Más concretamente, un estudio realizado en 4.645 pacientes ha identificado una clara asociación entre variantes genéticas del cromosoma 9p21.3 y el riesgo de infarto de miocardio.

Sin embargo, el riesgo que conlleva la posesión de este tipo de gen es inferior a lo que previamente se pensaba.

A pesar de estos estudios prometedores hay que seguir pensando que la enfermedad coronaria (la que produce infartos y angina), a diferencia de otras enfermedades cardiológicas como las miocardiopatías, se deben a múltiples factores y por ello el abordaje debe de ser multifactorial y el control de estos factores modificables son la piedra angular del tratamiento.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Anticonceptivos orales

Anticonceptivos orales

Estos fármacos son una combinación de estrógenos y progestágenos que interrumpen la fertilidad femenina normal y evitan la ovulación por medio de diferentes cantidades de hormonas.

Los anticonceptivos orales, lo que popularmente se conoce como píldora, pueden influir en la coagulación, aumentando el riesgo de trombosis venosa profunda y embolismo pulmonar, derrame cerebral y el infarto de miocardio.

Los anticonceptivos orales combinados pueden ser peligrosos en:

  • Mujeres con antecedentes de enfermedades cardiovasculares.
  • Mujeres con tendencia familiar a formar coágulos de sangre, como el factor V Leiden.
  • Mujeres fumadoras.
  • Mujeres obesas.
  • Mujeres con hipercolesterolemia.

Comentar con el ginecólogo los hábitos de vida, antecedentes familiares e historial clínico, de forma que se pueda elegir el método anticonceptivo elegido para no perjudicar la salud cardiovascular.

Prevenir su incidencia

Como el tabaco incrementa el riesgo de producir coágulos, las mujeres que son fumadoras y usan anticonceptivos orales multiplican el riesgo de tromboflebitis, embolia de pulmón, infarto agudo de miocardio e ictus.

Algunas mujeres presentan además un riesgo añadido de riesgo de trombosis de origen genético o por diferentes trastornos. En este último caso, el consumo de anticonceptivos puede ser muy peligroso.

Por todo ello, es recomendable consultar al médico antes de iniciar el consumo de anticonceptivos.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Estrés

Estrés

Los individuos competitivos, muy autoexigentes, apegados al trabajo y obsesionados con el éxito, son los más propensos a padecerlo. Conoce cómo se produce y sus efectos.

¿Qué es el estrés?

El estrés es la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.

¿Por qué hay que controlarlo?

La relación entre el estrés emocional y los eventos coronarios mayores ha sido establecida hace ya mucho tiempo y ha sido instintivamente aceptada. Pero la verificación de esta presunción se ve obstaculizada porque no existe un test científico para cuantificar el grado de estrés emocional. Por ejemplo, se ha demostrado que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio (doble de lo normal) durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional.

¿Por qué se produce estrés?

El estrés se produce, en menor y mayor medida, según la intensidad de un estímulo exterior y la capacidad individual de respuesta ante él. Todo ello dificulta su control como factor de riesgo cardiovascular, ya que depende del individuo el adaptarse a esa situación que le está afectando y cómo la enfrente.

¿Quiénes tienen más riesgo de padecerlo?

Algunos estudios apuntan a un mayor riesgo de episodio cardiovascular en las personas con perfil psicológico tipo A, es decir, individuos competitivos, muy autoexigentes, apegados al trabajo y obsesionados con el éxito:

Características de la personalidad tipo A

  • Velocidad, impaciencia, irritabilidad, siempre tiene prisa.
  • Estilo dominante y autoritario.
  • Dificultad para conocer y expresar las emociones.
  • Actitud hostil, dura, competitiva.
  • Gran implicación en el trabajo, con tendencia a la actividad permanente. Consideran el descanso o el ocio como pérdidas de tiempo.
  • Preocupación por el rendimiento y los resultados finales, más que por el disfrute de la actividad mientras se realiza.
  • Pocos intereses y relaciones personales al margen del trabajo.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Obesidad

Obesidad

El riesgo de la obesidad depende en gran medida de la localización de la grasa, siendo aquélla que se acumula en el abdomen la que afecta en mayor medida al corazón.

es la obesidad abdominal?

Los pacientes que tienen aumento de la grasa abdominal presentan un incremento importante del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Por ello, mantener el peso dentro de unos límites razonables es muy importante para el normal funcionamiento del corazón, los vasos sanguíneos, el metabolismo, los huesos y otros órganos de nuestro cuerpo.

Las personas con exceso de peso tienen que saber dónde se centra su problema de obesidad:

  1. Obesidad periférica o ginoide. Grasa acumulada en glúteos, muslos y brazos.
  2. Obesidad central, abdominal o androide. Grasa acumulada en el abdomen.

¿Cuál es el perímetro abdominal normal?

El perímetro abdominal es una medida antropométrica que permite determinar la grasa acumulada en el cuerpo. En la mujer es 88 centímetros y en el hombre, 102 centímetros. Si en una persona con exceso de peso el perímetro abdominal es menor que los valores mencionados se habla de obesidad periférica, mientras que se habla de obesidad central cuando el perímetro abdominal es mayor.

¿Cómo medir el perímetro abdominal?

La persona debe estar de pie, y después de haber expulsado el aire, debe rodear su abdomen con la cinta métrica a la altura del ombligo.

¿Por qué hay que controlarlo?

  • La obesidad central tiene peores consecuencias para el metabolismo, ya que favorece el desarrollo de diabetes y gota. Además quienes la padecen tienen altas posibilidades de acumular grasa también en otros órganos vitales, lo que favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares.
  • Las personas obesas suelen tener asociados otros factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial.
  • Se estima que la hipertensión es 2,5 veces más frecuente en los obesos que en las personas de peso normal.
  • Entre los obesos, es mayor la incidencia del tipo androide que del ginoide. A igualdad de peso, los primeros tienen mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
  • Los estudios llevados a cabo en países occidentales han mostrado una relación entre obesidad y mortalidad.

¿Cómo evitar la obesidad abdominal?

  • Practicando una dieta cardiosaludable
  • Realizando ejercicio físico de forma regular.

Fuente: Fundación Española del Corazón

Frecuencia cardiaca

Frecuencia cardíaca

La frecuencia normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto. Sin embargo, hay algunos aspectos que alteran su estado.

¿Qué es la frecuencia cardíaca?

La frecuencia cardíaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un minuto (latidos por minuto). Para el correcto funcionamiento del organismo es necesario que el corazón actúe bombeando la sangre hacia todos los órganos, pero además lo debe hacer a una determinada presión (presión arterial) y a una determinada frecuencia. Dada la importancia de este proceso, es normal que el corazón necesite en cada latido un alto consumo de energía.

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¿Cuál es la frecuencia cardíaca normal?

Por regla general, la frecuencia normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto. Sin embargo hay que detallar algunos aspectos que alteran su estado:

  • Cuando nacemos tenemos una frecuencia cardíaca elevada porque la actividad del organismo es muy intensa. A partir del primer mes de vida, va disminuyendo hasta llegar a la edad adulta, manteniéndose estable después de los 20 años.
  • Varía a lo largo del día y la noche y en respuesta a diversos estímulos, por lo que su medición tiene gran variabilidad.
  • Al realizar ejercicio físico el corazón produce una respuesta normal que es la taquicardia (la frecuencia cardíaca en reposo está por encima de 100 latidos por minuto -lpm-).
  • También puede producirse bradicardia (la frecuencia cardíaca está por debajo de 50 lpm).

¿Cómo calcular la frecuencia cardíaca máxima?

La frecuencia máxima que puede alcanzar el corazón ante un ejercicio físico alto depende de la edad y puede calcularse mediante esta fórmula:

  • Frecuencia cardíaca máxima = 220 lpm – edad

¿Por qué hay que controlarla?

Algunos estudios realizados en poblaciones sanas, así como en pacientes hipertensos, con cardiopatía isquémica o con insuficiencia cardíaca, demuestran una asociación entre la frecuencia cardíaca y el riesgo de muerte. Según esto, cuanto mayor es la frecuencia cardíaca, menor es la expectativa de vida.

Esta relación también se ha observado en los animales. Los mamíferos que presentan un mayor número de pulsaciones por minuto tienen una expectativa de vida corta:

  • Ratones: 500-600 latidos por minuto: esperanza de vida de uno o dos años.
  • Ballena y elefante: 20-30 latidos por minuto: esperanza de vida de unos 60 años (a esta edad los animales son considerados longevos).
  • Hombre: 70 latidos por minuto: esperanza de vida actual mayor de 70 años.

¿Cómo mantener una frecuencia cardíaca normal?

  • Practicando ejercicio físico de forma regular. Se estima que cada 1-2 semanas de entrenamiento aeróbico podríamos conseguir una reducción en la frecuencia cardíaca en reposo de un latido por minuto.
  • Existen fármacos que son capaces de reducir la frecuencia cardíaca. Algunos de ellos también se utilizan para el tratamiento de la cardiopatía isquémica (infarto o angina de pecho) o la insuficiencia cardíaca.

Fuente: Fundación Española del Corazón

La Edad

La edad

Nuestro corazón, como todo el resto del organismo, experimenta modificaciones en el curso del envejecimiento.

Son cambios universales que proceden del uso (los llamamos fisiológicos), pero que también vienen condicionados por el tipo de vida que hemos llevado (por los factores de riesgo) y por las secuelas de las enfermedades padecidas a lo largo de la vida. Lo cierto es que, a nivel funcional, todas estas modificaciones tienen una consecuencia esencial: reducen los mecanismos de reserva de nuestro organismo y nos convierten en más vulnerables, facilitando el enfermar y ensombreciendo el pronóstico cuando llega la enfermedad.

Impacto de la edad sobre el riesgo cardiovascular

Por ello la persona de edad avanzada va a ser la principal víctima de la mayor parte de las cardiopatías. La prevalencia y la incidencia de insuficiencia cardiaca se duplica cada década a partir de los 40-45 años. Y más o menos cabe hacer consideraciones similares sobre procesos tan frecuentes e importantes como las enfermedades coronarias o la hipertensión arterial entre otros muchos.

Existen muchos caminos para enfrentarse con éxito a la patología cardiaca. También en la vejez. En primer lugar con la prevención, que, si bien idealmente debe ponerse en marcha en momentos mucho más precoces, ninguna edad es mala para intentar aplicarla. La mayor parte de los factores de riesgo cardiovascular continúan siéndolo por encima de los 80 años y la lucha contra ellos sigue siendo eficaz con independencia del calendario.

diagnosticos/tratamientos

También aplicando procederes diagnósticos y terapéuticos que han demostrado ser eficaces en el adulto no anciano. No existen razones vinculadas a la edad que contraindiquen el empleo de cualquier fármaco. Tampoco para aplicar los procederes llamados invasivos o intervencionistas, ni para cualquier tipo de cirugía. Evidentemente, las contraindicaciones generales van a ser más frecuentes a medida que envejecemos. Pero serán estas contraindicaciones y no la edad en si misma las que impongan en la práctica una limitación. El cardiólogo de una persona mayor cardiópata valorará cómo se ha modificado la función cardíaca y qué tipo de respuesta cabe esperar. Qué ajustes requieren los fármacos en cuanto a dosis o forma de aplicación. Y también considerará la coexistencia de otros trastornos ajenos al corazón pero que pueden interferir con el problema cardíaco, ya sea directamente o a través de las interacciones de las respectivas medidas terapéuticas necesarias en cada caso.

Fuente: Fundación Española del Corazón

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